Las semillas nativas y criollas representan un patrimonio invaluable para la soberanía alimentaria. En diversas regiones, CENDA ha facilitado la creación de bancos comunitarios de semillas que preservan, intercambian y multiplican variedades adaptadas a los ecosistemas locales.
Estas iniciativas han logrado que muchas comunidades recuperen cultivos que estaban en riesgo de desaparecer, fortaleciendo su resiliencia frente a plagas, enfermedades y cambios climáticos.
El funcionamiento de estos bancos se basa en principios de solidaridad y reciprocidad: quienes retiran semillas se comprometen a devolver la misma cantidad o más, asegurando su disponibilidad para futuras generaciones.
Con este trabajo, las comunidades no solo protegen su patrimonio genético, sino que también fortalecen su identidad cultural y sus derechos colectivos sobre los recursos naturales.